Tu piel de hombre, libre de todo ropaje como lo había soñado, tu pecho cubierto en vellos de caracol. Mis dedos libres de inhibiciones, recorrieron tu cuerpo varonil. Mis manos entrelazadas con las tuyas. Mi boca cobijo la bandera que ondeó orgullosa en su mástil…
Me volví amazona…
Mi cuerpo se humedecía, abriéndose de deseo en busca de la savia de tu ser, consecuencia del amor.